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Muchas veces nos hemos preguntado si somos o no exagerados por llevar a nuestro perro al veterinario solo por el hecho de encontrarlo “raro”. Trabajando en clínica, me pasó en varias ocasiones que los dueños me decían “doctora mi perro (o gato) está raro” y al realizar el examen físico general estaba todo bien, pero eso no significa que no tenga nada, ¡OJO!, es muy importante que si encuentran a sus mascotas diferentes a lo cotidiano lo hagan saber y nuestro deber como clínicos será buscar el por qué del cambio de comportamiento.
Por otro lado, tienen comportamientos que muchas veces nos han molestado, como que marque con orina dentro de la casa, que lo destruya todo, que gruña o bufa cada vez que le digo que no haga algo, pero ¿son normales en ellos?, ¿estará enfermo?, ¿estaré haciendo algo mal como tutor y le falta algo?. Son muchas las preguntas que tenemos con respecto a sus comportamientos y es por eso que les explicaré un poco qué es un problema de comportamiento.
Se considera un problema de comportamiento a cualquier conducta de un animal doméstico que pueda ser molesta para el propietario. También se incluyen las conductas que pueden ser peligrosas tanto para las personas, como para otros animales. Los problemas de comportamiento pueden dividirse en dos grandes grupos: aquellos que son pautas de conductas normales como, por ejemplo, el marcaje con orina; y aquellos que son consecuencia de una patología clínica como, por ejemplo, las conductas repetitivas (Amat et al., 2016).
El comportamiento de cualquier animal depende directamente del funcionamiento de sus órganos y sistemas. Muchos problemas médicos pueden modificar su funcionamiento. Por lo tanto, los problemas médicos pueden alterar el comportamiento del animal (Camps, 2015), es aquí donde el médico veterinario cumple un rol fundamental sabiendo diagnosticar y tratar a tiempo estas patologías, siendo muchas veces importante derivar los pacientes a un especialista en comportamiento animal (etólogo clínico). Tengamos en cuenta que la ansiedad, el estrés, las agresividades (excepto la depredadora) generan un estado emocional negativo en nuestras mascotas afectando claramente su bienestar.
Existen muchas alteraciones conductuales fruto de alteraciones internas del animal que no tienen un reflejo en datos clínicos, como parámetros de analíticas sanguíneas o pruebas de imagen. Por ello debemos prestar mucha atención a cualquier cambio en el comportamiento normal del animal, sobre todo si es repentino, ya que puede significar que algo está pasando en su interior (R. Alvarez, 2018).
Les pondré un ejemplo, mi perro se comporta “raro” porque se enterró una espiga en un paseo, cosa muy común en esta época de verano ya que está lleno de espigas en zonas de cerro, las cuales se secan y sus pelos vuelan metiéndose en cualquier hendidura del cuerpo de nuestros peludos sin retorno, así que CUIDADO! bueno, dependiendo del perro y del tamaño de la espiga, este puede o no presentar una cojera, dificultando aún más el diagnóstico. En este caso entonces, podemos ver que nuestro perro no atrapa la pelota con la misma intensidad de siempre, no se motiva tanto por salir de paseo, nos gruñó por primera vez al pasar y tocar sin querer su pata herida, pasa escondido bajo de la mesa o muchas más conductas que solo nosotros como dueños sabremos notar y comunicar a nuestro veterinario.
¿Y qué decir de las alteraciones del sistema nervioso o los problemas hormonales, cardiacos, urológicos o dermatológicos, el estrés? Uf! podría seguir mencionando casos, pero hablaremos de ellos en otro post.
Por todo esto que sabemos ahora ¿aún crees que eres exagerado por llevar a tu perro al veterinario por encontrarlo “raro”?. La respuesta es NO, estás haciendo muy bien en llevarlo, nunca debemos esperar “a ver si se pasa solo”, no esperen a que aparezcan signos clínicos más concretos o que esos signos se agraven, siempre es mejor prevenir y comenzar a tratar a tiempo.
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Por: Alma Álvarez - Médico Veterinario con Magíster en Etología Canina / Instagram: @petandwellness
Qué bonito